Hay una corriente silenciosa, constante y algo obsesiva que recorre nuestra sociedad desde hace unos años. No es especialmente brillante, ni profunda, ni mucho menos valiente. Es, simplemente, absurda. Consiste en intentar desacralizar la Navidad. No discutirla, no reflexionarla, no reinterpretarla con honestidad intelectual. No. Desacralizarla por la vía cutre. Cambiándole el nombre, limándole el contenido y escondiendo todo lo que huela a cristiano debajo de una alfombra conceptual llamada inclusión.
Creas lo que creas, feliz Navidad
Escrito el 28/12/2025