Durante nuestros paseos por el planeta Arte (galerías, estudios, talleres…), viciados por la metodología, en ocasiones sentimos el impulso de etiquetar sin más las creaciones en base a ismos, escuelas, estilos o giros, y pasamos por alto una cuestión que puede parecer ingenua pero que en absoluto lo es: ¿Qué nos atrae de una imagen artística? ¿Quizá ese «no sé qué», esa luz que el padre jesuita Bouhours atribuía al encanto de las personas, traspuesto al mundo del arte? O quizá sea que en toda imagen lo importante es lo que no se ve en ella, o que, mirando, algo se nos escapa, detalle que a veces detectamos por nuestra agudeza visual, pero también, como asegura Enrique Lynch, por el «error, la casualidad o la incertidumbre».
Pintar lo que no se ve
Escrito el 31/12/2025
José Manuel Sanjuán

